Los accidentes cerebrovasculares son una de las enfermedades debilitantes que existen, ya que su afección no se limita a las horas en las que ha ocurrido o a los cuidados hospitalarios.
En este sentido, los infartos cerebrales, entre estos los lacunares, pueden representar una barrera o un impedimento para la vida diaria del individuo y para la de sus seres queridos.
Si deseas informarte sobre esta clase de infartos, te proporcionaremos todo lo que necesitas saber en el siguiente artículo.
¿Qué es un infarto lacunar?
Los infartos lacunares, hacen referencia a un subtipo de stroke (también conocidos como accidentes cerebrovasculares o ACV), en el cual existen problemas o insuficiencias del flujo sanguíneo en los vasos de pequeño calibre.
Son infartos de pequeño tamaño (2-20 mm de diámetro) en las profundidades de la corteza cerebral, los núcleos basales y la protuberancia.
Son el resultado de una oclusión de pequeños vasos perforantes, que suministran sangre a las regiones subcorticales del encéfalo. Representan un quinto de todos los tipos de ACV y un cuarto de los ACV de origen isquémico.
Causas del infarto lacunar
La fisiopatología de los infartos lacunares se desconoce con exactitud, pero se sabe que existen múltiples causas, cardíacas, metabólicas, factores ambientales, que aumentan el riesgo de sufrir un infarto lacunar.
A continuación, mencionaremos algunas de estas causas o factores de riesgo.
Problemas cardíacos
Los problemas cardíacos son más propensos a causar infartos corticales que subcorticales (lacunares), pero aún así forman parte de los clásicos factores de riesgo para eventos embólicos.
Entre estas, tenemos la fibrilación auricular, cardioembolismo, infarto al miocardio reciente, endocarditis infecciosa, válvulas mecánicas, estenosis mitral, mixoma atrial y mucho más.
Hipertensión
En las imágenes microscópicas tomadas de las pequeñas arterias afectadas, se observa la característica lipohialinosis, una patología de los vasos sanguíneos pequeños (arterias, arteriolas y capilares) en el cerebro.
La lipohialinosis se caracteriza por una desorganización de la pared arterial: engrosamiento de la pared, disminución del lumen y presencia de necrosis fibrinoide.
Estos mismos hallazgos, pueden ser encontrados en otros vasos pequeños afectados por la hipertensión arterial. Se cree que este mecanismo se ve causado por una disfunción de las paredes arteriales y una disfunción de la barrera hematoencefálica.
La disfunción de estos dos elementos vasculares, a su vez, es causada por una intrincada red de elementos que interactúan entre ellos: estrés oxidativo y predisposición genética, por ejemplo, y factores de riesgo como la hipertensión.
Diabetes
La relación entre la diabetes y las enfermedades vasculares ha sido estudiada ampliamente. La capacidad debilitante de esta condición metabólica proviene, en parte, de su capacidad de afectar los vasos sanguíneos de distintos órganos.
Los vasos sanguíneos se engrosan y pierden sus funciones, progresivamente. Esto origina retinopatías, nefropatías, enfermedades cardíacas y, en el cerebro, deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer.
Al igual que en la hipertensión, se debe a una disfunción de las células endoteliales, encargadas de sintetizar moléculas que mantengan un flujo sanguíneo adecuado.
Esta disfunción se origina por la resistencia de la insulina, la hiperglicemia y la producción de ácidos grasos libres, que llevan a un estado proinflamatorio y protrombótico.
Colesterol alto
La hipercolesterolemia es un factor de riesgo con frecuente asociación que conduce a la hipertensión, la aterosclerosis y la diabetes mellitus tipo II.
Los ácidos grasos circulantes pueden filtrarse mediante aberturas en las paredes de los vasos sanguíneos y provocar un estado proinflamatorio, producción de ateromas y disminución del flujo sanguíneo que, a la largo, desemboca en problemas circulatorios.
Consumo de alcohol y cigarrillo
El cigarrillo está repleto de más de 300 sustancias proinflamatorias y precancerígenas que, al ser metabolizadas en el cuerpo, desencadenan una serie de reacciones metabólicas nocivas a lo largo de nuestro cuerpo.
Se fomenta la liberación de citocinas proinflamatorios, se ve entorpecida la producción de óxido nítrico (responsable de la relajación de los vasos sanguíneos y aumento del flujo sanguíneo) y cambios en la pared vascular.
En relación al alcohol, el consumo excesivo y prolongado de alcohol eleva el riesgo de padecer enfermedades arteriales periféricas y stroke, según estudios publicados en Circulation: Genomic and Precision Medicine.
Consumo de sustancias psicoactivas
El abuso de ciertas drogas, especialmente en jóvenes, se asocia a un mayor riesgo de padecer un ACV. Entre estas, tenemos las anfetaminas, heroína, morfina, y esteroides anabólicos androgénicos.
Entre los tipos más frecuentes de stroke, que pueden causar estas sustancias son el tipo hemorrágico y el isquémico. Se han identificado ciertos mecanismos causantes, como las arritmias, cardioembolismo, hipoxia, toxicidad y espasmos vasculares.
Alimentación inadecuada y sedentarismo
El mecanismo mediante el cual estos pueden provocar estas clases de infartos es más indirecto que el resto. Un estilo de vida inadecuado (estrés crónico, mala alimentación, falta de ejercicio, consumo de alcohol, etcétera…) puede ser nocivo para la salud.
Son causantes de enfermedades metabólicas (resistencia a la insulina, hipercolesterolemia, aumento de las LDL), cardíacas (enfermedades coronarias) y vasculares (como el stroke y muchas más). Como hemos visto, todos estas patologías pueden desembocar en el infarto lacunar.
Apnea del sueño
El sueño es cuidadosamente regulado por una serie de factores autonómicos que regulan el flujo sanguíneo, la presión arterial, el metabolismo de los tejidos y mucho más, durante los ciclos REM y no NREM.
Durante el NREM, el sistema nervioso autónomo provee una oportunidad para que el eje corazón-cerebro pueda recuperarse de todos los factores estresantes que ocurren durante el día.
Cualquier alteración del mecanismo cíclico del sueño ejerce una carga negativa sobre el sistema cardiovascular y nervioso. Un sistema cardiovascular comprometido eleva el riesgo a padecer strokes, arritmias o infartos al corazón.
Embarazo
Las mujeres embarazadas o justo luego de dar a luz, se encuentran en un mayor riesgo a desarrollar enfermedades trombóticas, capaces de generar infartos, como los lacunares.
Durante el embarazo, se producen las condiciones (tríada de Virchow), que permiten la formación de trombos que pueden desprenderse y generar estragos en regiones distantes al sitio de su formación.
Las disecciones de la arteria cervical (producidas por el estrés mecánico durante el parto), de la carótida o vertebral, son riesgos que pueden ocurrir durante el embarazo.
Síntomas del infarto lacunar
Los síndromes neurológicos que puede causar el infarto lacunar dependen de su tiempo de instauración y su localización. Por definición, los infartos lacunares poseen un cuadro caracterizado por síntomas que van de minutos, horas e incluso más.
En total, se han descrito más de 20 síndromes. No obstante, a continuación, mencionaremos sólo algunos.
Parálisis en rostro y extremidades
Causado por el infarto lacunar de tipo sensitivo puro, caracterizado por un debilitamiento y parálisis unilateral de los músculos faciales y los músculos de las extremidades.
En el rostro, es conocida como parálisis facial central, generalmente asociado a infartos lacunares producidos a nivel de la cápsula interna del cerebro o afección de los vasos sanguíneos dirigidos a la protuberancia.
Las debilidades de un lado del cuerpo son conocidas como hemiparesias. Pueden ser causados por infartos que afectan la circulación de la parte anterior del cerebro, de los vasos que se dirigen a la cápsula interna o de la corona radiata.
Debilitamiento de los músculos oculares
Los fenómenos oculares causados por accidentes cerebrovasculares, es una relación directa que se ha estudiado con intensidad desde la centuria pasada. De hecho, factores de riesgo para estos, la hipertensión y diabetes, pueden causar retinopatías.
En este caso, el debilitamiento de los músculos se llama oftalmoparesia y la parálisis es conocida como oftalmoplejía. Entre las posibles razones por la cual ocurren, es por infartos en específicos tractos nerviosos de la sustancia blanca y los campos oculares frontales.
Dificultades motoras
Las hemiataxias (parálisis o debilitamiento de los músculos de un lado de un cuerpo), son otra clase de fenómenos comunes que ocurren en los stroke.
Son frecuentes en infartos lacunares, que afectan las vías de comunicación entre los núcleos profundos del cerebelo, el tálamo y el núcleo rojo, ya que estas atraviesan la cápsula interna, región frecuentemente afectada en los infartos lacunares.
Esta serie de estructuras anatómicas, se relacionan con la coordinación fina de los movimientos complejos. En este caso, la vías susodichas envían información que recibe el cerebelo a la corteza cerebral.
Dificultades del habla
Las dificultades motoras del habla, son signos que forman parte de los síndromes de ataxia-hemiparesia o de la disartria y dificultad del movimiento de las manos. Generalmente, ocurren por infartos producidos en la porción delantera de la protuberancia.
En el interior de ésta, se encuentran las fibras de la sustancia blanca pertinentes al tracto corticoespinal, relacionado con la contracción y relajación de los músculos faríngeos, permitiendo la articulación y entonación de las palabras.
También en los infartos lacunares de las conexiones cerebelosas, puede verse afectada el habla, incluyendo otra serie de funciones motoras, generando los llamados desórdenes atáxicos.
Entumecimiento muscular
Los trastornos motores originados de trastornos cerebrovasculares, tienden a manifestarse por una hipertonicidad e hiperreflexia de los músculos.
El tono muscular es una contracción pequeña y prolongada que mantiene a los músculos trabajando pasivamente, lo que nos mantiene en balance a la hora de caminar, estar parados o al sentarnos.
Las afecciones de las neuronas “superiores” (por encontrarse en el encéfalo), descontrolan esta actividad eléctrica continua, generando entumecimiento del músculo e impidiendo que el paciente lo pueda controlar.
Tipos de infarto lacunar
Se clasifican en 5 tipos de infarto lacunar, estos son los denominados clásicos, debido a que son los más frecuentes y los únicos con suficiente comprobación neuropatológica recopilada en los diversos estudios realizados a través de los años.
Trastorno motor puro
La hemiparesia motora pura, es el síndrome más frecuente de los infartos lacunares, y fue descrita por Fisher y Curry como una parálisis hemilateral incompleta de la cara, brazo y pierna, sin alteraciones sensitivas objetivas.
Las lesiones se localizan más a menudo en el brazo posterior de la cápsula interna, en la corona radiata o en la base de la protuberancia.
El déficit puede ser completo (facio-braquio-crural, es decir, cara-brazos-piernas), aunque en ocasiones puede ser incompleto (faciobraquial o braquiocrural), es importante señalar que no se incluye la monoplejia.
Trastorno sensitivo motor
Es un síndrome piramidal que genera debilidad del rostro, brazo y pierna de un lado del cuerpo, de manera completa (los tres) o incompleta (uno o dos regiones), asociado con un déficit sensitivo, global o parcial, del mismo hemicuerpo.
Esta debilidad o incapacidad de un lado del cuerpo se denomina hemiparesis, que, posteriormente, puede progresar con una sensación de cosquilleo, dolor, ardor o incluso una pérdida motora total (hemiplejía) de susodicha mitad del cuerpo.
La lesión neurológica está localizada en el núcleo posterolateral del tálamo del lado contrario del cuerpo, con una desmielinización del brazo posterior de la cápsula interna.
Es decir, que las afecciones del tálamo izquierdo del cuerpo afectan el brazo o pierna del lado derecho del cuerpo. Durante el diagnóstico, puede ser confundido con un infarto de la corteza frontoparietal debido a sus similaridades clínicas.
Trastorno sensitivo puro
Consiste en un síndrome sensitivo deficitario (hipoestesia) o irritativo (parestesias) o ambos; global (afecta la sensibilidad superficial y la profunda) o parcial (afecta solamente una de ellas). Habitualmente, presenta una distribución facio-braquio-crural.
Son menos frecuentes la forma queiro-oral (con afección peribucal y de la mano del mismo lado del infarto lacunar) y la forma queiro-oro-podal (con afección peribucal, de la mano y del pie del mismo lado del infarto lacunar).
La topografía lesional habitual se sitúa en el núcleo ventroposterolateral talámico. Otras regiones menos frecuentes afectadas, son los infartos de las vías sensitivas a nivel del tronco cerebral o a nivel de las proyecciones talamocorticales.
Trastorno ataxia hemiparesia
Generalmente, son producidos por infartos a nivel del brazo posterior de la cápsula interna o de la protuberancia, donde se ven afectadas las vías que conectan la corteza cerebral, la protuberancia, el cerebelo, el núcleo rojo y los núcleos talámicos.
Son afecciones clínicas que habitualmente afectan a los miembros de un lado del cuerpo (el mismo donde ocurrió el infarto), presentando ataxia (falta de coordinación de los movimientos) y hemiparestesia.
Habitualmente, las alteraciones de los movimientos ocurren con mayor grado en la pierna que en el brazo. También se ve acompañada con déficits sensoriales, donde existe una disminución de la sensibilidad (hemiparesia atáxica hipoestésica).
Disartria y dificultad en las manos
También llamada disartria-mano torpe. Es un síndrome infrecuente y no tan letal como los anteriores. Ocasionada por infartos en la protuberancia, el brazo anterior de la cápsula interna, la corona radiada, los núcleos basales o los pedúnculos cerebrales.
Como su nombre indica, se caracteriza por déficit motores, donde existe una incapacidad para articular adecuadamente las palabras: entonación, pronunciación, fluidez y mucho más.
Además, está acompañada de una torpeza motora a la hora de escribir o cualquier habilidad manual. Otros síntomas concomitantes son la paresia facial e hiperreflexia de un lado del cuerpo (es decir, músculos hiperreactivos a estímulos).
Tratamiento para el infarto lacunar
Los tratamientos para los infartos lacunares son, en líneas generales, similares a los tratamientos para los infartos de la corteza cerebral. Si tú o algún conocido está presentando síntomas similares a los de un ACV, no duden en acudir a emergencias.
Medicamentos anticoagulantes
La rapidez y eficacia de los tratamientos durante las primeras horas, una vez que los síntomas se han instaurado, es el principal factor que determina el curso de la enfermedad y el grado de afección del paciente.
Pero, más allá de los tratamientos durante las primeras horas, se deben instaurar tratamientos secundarios que ayudan a prevenir nuevos episodios clínicos. Para esto, se emplean anticoagulantes y antiplaquetarios.
Entre estos últimos, tenemos la aspirina, ticlopidina y clopidogrel. En pacientes con accidentes isquémicos transitorios o ACV, la incidencia de episodios recurrentes disminuyó incluso hasta el 22%.
En cuanto a los anticoagulantes, el más usado a nivel mundial es la warfarina. Se emplea exclusivamente en pacientes que demuestren episodios neurológicos recurrentes, a pesar que se encuentran bajo tratamientos antiplaquetarios.
Rehabilitación neuropsicológica
Dependiendo de su localización, los infartos lacunares pueden ocasionar un deterioro cognoscitivo y de la conducta. La neuropsicología se encarga de estudiar las relaciones entre la conducta y el cerebro.
La neuropsicología busca brindar distintos tipos de atención (focalizada, sostenida, selectiva, alternante…),porque permite al terapeuta identificar qué habilidad cognitivas se mantienen conservadas y cuáles otras se ven afectadas.
De tal manera, que se permitan trazar tratamientos individualizados que le permita al especialista entender cuál es la causa que subyace a los síntomas observables, a valorar posibles secuelas y la eficacia de la rehabilitación.
Fisioterapia
La fisioterapia permite al paciente recuperar habilidades motoras perdidas, recuperar la independencia que poseían antes del ACV y reduce el riesgo de futuros episodios neurológicos isquémicos.
El National Institute for Health and Care Excellence (NICE) trazó una serie de recomendaciones para el tratamiento fisioterapéutico: un mínimo de 45 minutos de fisioterapia, cinco días a la semana, como parte del servicio de rehabilitación.
La fisioterapia demuestra, que la rehabilitación e integración del paciente tras un ACV no se limita solo a los practicantes de la especialidad neurología, sino también a otras ramas, para lograr tratamientos intersectoriales.
Terapia del lenguaje
La terapia del lenguaje busca paliar lo más posible los síntomas de disartria, disfagia, apraxia y problemas motores del habla que se instauran tras ciertos infartos lacunares.
Los terapeutas especializados en esta área forman parte del equipo multidisciplinario de rehabilitación, evalúan el grado de severidad de los problemas del habla, entrenan a los profesionales de la salud a fomentar la comunicación con el paciente y buscar la mejor ayuda posible.
Terapia psicológica y ocupacional
Al igual que los anteriores, la terapia ocupacional es un instrumento que forma parte del cuidado interdisciplinario en cada una de las etapas de rehabilitación, dentro y fuera del hospital.
Entre los objetivos de la terapia ocupacional, se encuentra: la creación de un ambiente apropiado en el que el paciente pueda desenvolverse (tanto en la comunidad como el trabajo) y abordaje de los déficit sensoriales, motoras, cognitivos y visuales.
También, el terapeuta crea recomendaciones en el estilo de vida de la persona, para que pueda resumir sus actividades diarias (académicas, laborales, de ocio…) y la adopción de nuevos hábitos de vida.
Prevención del infarto lacunar
Los infartos lacunares, al igual que otros ACV de origen isquémicos o hemorrágico, pueden ser prevenidos si adoptamos decisiones conscientes sobre nuestro estilo de vida, reduciendo el riesgo a padecer de estas. A continuación, te mostraremos algunos ejemplos.
Mantener una alimentación saludable
Disminuir el consumo de grasas trans y el azúcar procesada, es un gran paso en buena dirección. La primera, incrementa las LDL circulantes, responsables de transportar el colesterol desde el hígado a los otros tejidos del cuerpo.
El segundo, genera fluctuaciones en los niveles sanguíneos de azúcar, lo que, a la larga, conlleva a la resistencia a la insulina (diabetes mellitus tipo II o DM II). Ambos fenómenos metabólicos son nocivos para casi todos los tejidos de nuestro cuerpo.
No obstante, el mayor riesgo procede de la afección del sistema cardiovascular. Las patologías metabólicas aumentan la inflamación y el estrés oxidativo, que lesionan a los vasos sanguíneos y, por ende, la circulación (al cerebro, por ejemplo).
Otra demostración de los peligros de una mala alimentación es que se ha comprobado una asociación entre enfermedades neurodegenerativas (como el Alzheimer) y problemas en el transporte y captación de la glucosa (como ocurre la DM II).
Controlar la presión arterial
La regulación de la presión arterial es el resultado de un fino balance entre fuerzas que favorecen la relajación de los vasos, favoreciendo el riego sanguíneo, y de fuerzas que constriñen los vasos y regulan el flujo sanguíneo.
La presión arterial sistólica más allá de los 140 mmHG es un rasgo alarmante en un paciente, especialmente si desarrolla alguna otra patología, como la arteriosclerosis y la diabetes mellitus.
Estos modifican las paredes arteriales y generan perturbaciones del flujo sanguíneo, que particularmente afectan a partes del encéfalo, cuyos vasos sanguíneos de pequeño y mediano calibre son muy susceptibles a cambios patológicos.
Controlar los niveles de colesterol
Aunque la hipertensión y la arteriosclerosis no son las únicas causas de los infartos lacunares, sí actúan como factores de riesgo. Se depositan ácidos grasos, residuos de células muertas y células inflamatorias en el grosor de las paredes arteriolares.
Entonces, para evitar ello, recomendamos una dieta más balanceada y ejercicio. Se deben evitar las dietas bajas en grasas y rica en carbohidratos, ya que el azúcar procesado solo fomenta la inflamación y la enfermedad metabólica.
Alimentos ricos en omega-3 y 6, fibra, vitaminas, minerales y disminuir el consumo de sodio ayuda a controlar la inflamación, mantener bajo control el perfil lipídico, favorecer la acción inmunitaria y la circulación cerebral.
Evitar el consumo de cigarrillo y sustancias psicoactivas
¿Dejar el tabaco tiene beneficios sustanciales a la salud? Sí. Numerosos estudios han demostrado que aquellos que cesan el consumo de tabaco, demuestran una mejor calidad de vida y calidad de salud en comparación con quienes no lo hacen.
Además, múltiples estudios han demostrado, a lo largo de los años, que el tabaco representa un factor de riesgo independiente a padecer ACV de cualquier tipo.
En ese mismo sentido, los efectos nocivos de sustancias, como la heroína o las anfetaminas, es algo muy bien documentado. Recomendamos evitar, bajo cualquier circunstancia, el consumo de estas.
Realizar actividad física
Existen pocos enfoques no farmacológicos tan efectivos como lo son el ejercicio. Ni siquiera se trata de ejercicios cardiovasculares intensos; caminatas o trotes suaves ayudan, significativamente, a reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
El ejercicio fomenta la actividad inmunitaria, lo que disminuye el estrés oxidativo, retrasando el envejecimiento celular, así como también a la inflamación. Esto fomenta la circulación, mejora la actividad cognitiva y levanta el ánimo.
La intensidad y regularidad necesaria para lograr los mejores efectos, es algo bastante individual y también un tema en el cual científicos no han llegado a un consenso.
Acudir a chequeos médicos regulares
A medida que envejecemos, nuestro metabolismo se ralentiza y eso puede tener consecuencias neurológicas y cognitivas.
Dirigirse periódicamente al médico para que este realice un chequeo general es importante, ya que nos permite tener un control y conocimiento sobre el estado actual de nuestro organismo y a qué debemos estar más atentos.
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