Rencor: ¿qué es, efectos en la salud y cómo superarlo?

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“Nada en la tierra consume a un hombre más rápidamente que la pasión del resentimiento.” – Friedrich Nietzche, “Ecce Homo”, p.21.

El rencor y el odio son emociones comunes en el ser humano. No es un producto de nuestra sociedad hoy en día, pueden ser encontrados a lo largo de nuestra historia.

Son emociones fuertes y agudas, poco comparables a cualquier otra. Son degenerativas, pues corroen cuerpo, mente y alma. Afectan la manera como miramos a los demás, el cómo interactuamos con ellos y el cómo actuamos.

Si sientes que el rencor dentro de ti continúa creciendo y ha influenciado tu vida negativamente, te dejamos en este artículo todo lo que debes saber sobre ello, para manejarlo e incluso eliminar estos sentimientos de tu vida.

¿Qué es el rencor?

El rencor o resentimiento son sentimientos negativos de repudio, odio, desagrado y mucho más que sentimos al rememorar un evento del pasado y a los demás, involucrados en este.

El rencor representa nuestra incapacidad de seguir adelante. Cuando nos atascamos en nuestros pensamientos, en las consecuencias de aquel evento, cómo pudimos haberlo evitado y la indignación o decepción que nos causó, plantan semillas.

Con el tiempo, las semillas enraizan y crecen mientras más pensemos en ello.

Un evento traumático (una fuerte discusión, una pelea, un insulto o burla) pueden perdurar en nuestra mente semanas, meses e incluso años, infestando la manera como pensamos y actuamos cada vez que lo recordamos.

Origen del rencor

El rencor puede originar de una plétora de posibilidades, como agresiones, verbales o físicas, hacia nuestra persona. Ya sean reales o percibidas.

Te presentamos algunas circunstancias que pueden presentarse y generar rencor en el individuo.

Conflictos

Los conflictos son causas frecuentes de resentimiento hacia una persona o varias.

Discusiones o argumentos subidos de tonos, pleitos, e inclusos altercados físicos son ejemplos de confrontaciones que imprimen una huella indeleble en la memoria.

La falta de reconciliamiento tras un conflicto crece en rencor. Los conflictos son naturales, cada persona posee su propio carácter e idiosincrasia que lo separa del otro.

Sin embargo, es importante comunicar, civilmente, nuestros sentimientos y cómo la situación nos ha afectado.

También comprender el porqué la otra persona cometió el acto que nos molestó. Así logran captar una mejor idea de lo sucedido, y no sólo tu perspectiva.

Inseguridades

Nuestras inseguridades pueden ser la raíz profunda de un evento que originaría, posteriormente, rencor o resentimiento.

No todos los comentarios que percibimos como agravantes o insultantes lo son, en realidad. Es lo que nuestras inseguridades nos hacen creer escuchar o ver, tergiversando el significado detrás de las palabras o acciones.

Nuevamente, la falta de comunicación es un factor importante que podría desencadenar rencor. La acción o palabras de una persona son malinterpretadas y, al no hablar, permanecen en la memoria del individuo.

Engaños

Las mentiras son dolorosas, son capaces de quebrantar la confianza de una persona hacia otra.

Esta sensación de traición puede generar desconfianza y rencor hacia el perpetrador o otros no involucrados directamente, por efecto de asociación.

Tras ello, muchos se sienten incapaces de abrirse nuevamente a otros, dificultando las relaciones interpersonales, románticas e incluso laborales. Esto genera impotencia, alimentando aún más el resentimiento hacia los causantes de ello.

Maltratos

El maltrato psicológico (palabras hirientes o manipulación) y el físico también son importantes desencadenantes del rencor.

Generan desequilibrio emocional, inseguridad, baja autoestima, problemas de comunicación e incluso depresión.

Los sentimientos negativos continúan ahogando a la persona, generando resentimiento hacia otros e incluso, en algunos casos, a si mismos.

Efectos del rencor en la salud y bienestar

La mente y cuerpo son uno solo. Lo que afecte a uno reverbera en el otro. De manera directa o indirecta, el rencor perturba el equilibrio interno del cuerpo y puede generar patologías.

A continuación, te mostramos algunos ejemplos.

Aumenta la tensión arterial

El resentimiento puede culminar en episodios de ira, que activan al sistema nervioso simpático.

Este último aumenta la velocidad de cada latido cardíaco y contrae los vasos sanguíneos, dando como resultado neto un aumento de la circulación y presión arterial.

Se ha registrado en estudios in vivo elevaciones significativas de la presión arterial durante estados de ira. Además, se propone que la hostilidad, ira, rencor y la agresividad son todos estados psicosociales que predisponen a enfermedades coronarias.

Genera dolores de cabeza intensos

El rencor y el odio, emociones agudas e intensas, son causantes también de dolores de cabeza y migrañas. ¿Por qué?

Se hipotetiza que se debe a la liberación de sustancias inflamatorias y oxidantes en la sangre, siendo el encéfalo particularmente susceptible al efecto de ambos.

Otra posible explicación es la contracción prolongada del músculo temporal (localizado en la piel) que genera disconfort y dolor.

Produce malestares gastrointestinales

Agentes estresantes como las emociones generan respuestas biológicas estereotipadas, como lo es la secreción del factor liberador de corticotropina, hormona secretada por el hipotálamo.

Al entrar en la circulación, afecta el sistema gastrointestinal, modificando el vaciado gástrico, la permeabilidad, sensibilidad, motilidad y la microbiota intestinal.

Lo que genera constipación, indigestión, náuseas, vómito, ardor en la boca del estómago y dolor abdominal inferior.

Ocasiona calambres y tensión muscular

El estrés causado por el rencor se refleja en cada parte del cuerpo, generando tensión y rigidez, productos de una tensión muscular generalizada.

Esto genera dolores en la espalda, rigidez en la nuca, y una lentitud generalizada para realizar movimientos. Los calambres también son comunes, secundarios a una acumulación de ácido láctico por la contracción muscular.

Debilita los huesos

El estrés crónico hace que el rencor (y las emociones asociadas a esta) active distintas vías de señalización molecular del metabolismo de los huesos.

Acelera la disminución de la densidad ósea, deteriora la calidad y robustez de los huesos al influir, negativamente, en el eje hipotalámico-pituitario-adrenal, encargado de mantener la producción de hueso nuevo y eliminar el lesionado.

Las emociones negativas y su efecto estresante en el cuerpo se convierten entonces en factores de riesgo para enfermedades del tejido óseo, como la osteoporosis.

Aumenta el estrés, ansiedad y depresión

Las emociones negativas son un veneno, porque el odio fomenta aún más el rencor y desprecio hacia los demás.

Esto genera dificultades para entablar relaciones interpersonales, laborales e incluso románticas. Se convierte entonces en un círculo vicioso, ya que estas dificultades sociales que la persona presenta solo generan aún más estrés y ansiedad.

El estrés genera una serie de respuestas fisiológicas nocivas: aumento del número de sustancias oxidativas e inflamatorias, disminución de la función inmunitaria y, además, es un importante factor de riesgo psicosocial para muchas patologías.

¿Cómo superar el rencor?

El rencor no es fácil de conquistar. La mayoría ha experimentado esta sensación en algún punto de sus vidas, solo con diferentes grados de intensidad.

Guardar rencor es sencillo. Dejarlo ir no lo es. Pero es posible y te demostraremos algunas estrategias para que dejes ir el resentimiento.

Aceptar lo acontecido

El resentimiento crece en la persona que lo resguarda en su interior y lo alimenta con pensamientos y acciones negativas.

Nace de la incapacidad de la persona de aceptar o dejar ir lo ocurrido. Se aferra al evento traumático que desencadenó estos sentimientos y rehúsa dejarlos ir.

No obstante, por más que lo deseemos, el pasado está escrito en piedra. No puedo ser mutado, pero lo que sí puede cambiar son nuestros sentimientos sobre lo ocurrido.

La aceptación no significa, necesariamente, pretender o pensar que lo ocurrido haya estado bien o sea saludable para ti. Significa comprender y poner en práctica la noción de seguir adelante.

Sin embargo, no es tarea sencilla. Somos seres imperfectos y con buena memoria para todo aquello negativo en nuestra vida.

Guardar rencor es otorgarle poder al evento ocurrido o al perpetrador de él sobre nosotros y la aceptación es arrebatarlo de sus manos. Ser conscientes que tenemos control sobre nuestro cuerpo y mente.

Determinar adecuadamente el sentimiento

Este paso o enfoque requiere de cierta capacidad autoevaluativa. Debes identificar lo que sientes y cómo te afecta.

Cuando el resentimiento se normaliza en nuestro ser, es común que las personas no sean conscientes de cómo el resentimiento genera otros, como ira, miedo o ansiedad.

Pero, la autorreflexión nos permite identificar lo que sentimientos en un momento dado, el porqué nos sentimos así y cómo ocurrió. De manera abstracta, visualiza tu rencor y dale contexto.

El rencor no nace de la nada, es un sentimiento crónico con eventos recientes superpuestos que lo agudizan. Determina y reconoce las circunstancias, creadas por otros o por ti mismo, que han despertado esos sentimientos negativos.

Reflexionar sobre los efectos

El rencor puede llevarnos a actuar en maneras que usualmente no haríamos.

El resentimiento suele ser una emoción siempre presente y que aumenta en determinados momentos, causando la ira. Ésta, a su vez, inhibe todo pensamiento irracional.

Nos hace decir y hacer cosas que no cometeríamos, bajo otras circunstancias.

Sin embargo, esto nos hiere y las personas que nos rodean. Un ataque de ira puede quebrantar relaciones familiares o románticas, perder trabajos e incluso mucho peor.

Estas consecuencias son permanentes y nos repercuten directamente. Hazte consciente y reflexiona sobre cómo tu frustración e ira emana hacia otros, y cómo los lastima.

Recuerda siempre que, en la mayoría de los casos, aquellos con los que nos desquitamos no son los causantes de nuestro dolor interno.

Desahogarse y expresar el dolor

Hay prácticas saludables que puedan manejar el dolor y el resentimiento, purgarlos de nuestro sistema mediante enfoques catárticos.

Escribe tus pensamientos. Llevar un control sobre el cómo, cuándo, porqué de nuestros sentimientos nos ayuda a comprenderlos, confrontarlos y contextualizarlos.

Ayuda a identificar los eventos gatillo que desencadenaron un ataque de cólera, así como nuevas reflexiones sobre ésta.

Pero, hay algo más importante. Nos ayuda a evitarlos. Reconocer las rocas con las que tropezamos, para luego evadirlas.

Las terapias emocionales cognitivas son herramientas terapéuticas que permiten al profesional ayudarte a identificar la raíz de tu rencor (una ofensa por parte de la otra persona), y como trabajar en ello.

Evitar pensar reiteradamente en el conflicto

Rememorar el pasado fomenta el odio hacia la otra persona o las personas que estuvieron involucradas.

Ocupa tu tiempo y mente. Recuerda que la cantidad de resentimiento que sientes es proporcional al tiempo que pases pensándolo.

Por ello, planifica tu itinerario. Nada demasiado elaborado, pero sí lo suficiente para llenar tu tiempo libre con actividades sanas y recreativas moverá el foco de atención en tu mente del resentimiento hacia lo que estés haciendo.

Avanzar y pasar la página

Avanzar se relaciona estrechamente con el primer punto que hablamos, la aceptación.

Reconoce y acepta el pasado, busca ayuda, desahoga tus sentimientos de manera sana, no tengas miedo de tropezar en este largo proceso y sustituye estos sentimientos negativos por otros que te impulsen a crecer como persona.

Perdonar con sinceridad

El perdón es clave para ciertas situaciones. Si buscamos perdonar, debemos sincerarnos sobre si verdaderamente lo hacemos.

El perdón auténtico es una de las acciones más difíciles de cometer. Aprender a dejar ir lo ocurrido y reconocer que ya es el pasado, dándole otro oportunidad a la personas causante de ello.

Las imperfecciones reinan en este mundo y en nosotros. Aplicando el concepto de inteligencia artificial, reconoce que la mayoría de las personas son fundamentalmente emocionales. No pensamos sobre nuestras acciones y sus posibles consecuencias.

Cómo te sientas al respecto es perfectamente válido. Perdonar a la persona no significa pretender que lo ocurrido fue para bien o no fue negativo. Dejar claro estos conceptos es importante a la hora del perdón genuino.

Practicar hábitos que generen tranquilidad interior

Cargar con la carga emocional del rencor afecta nuestro cuerpo y alma, por ende, es importante adoptar hábitos sanos.

El ejercicio, yoga y las técnicas de meditación son herramientas útiles para elevar tu espíritu y emociones.

Cuando sientas que los pensamientos negativos sumergen tu paz y te ahogan, pon en práctica técnicas de relajación para mantener tu paz interior. Mantenerla será imperante si deseas dejar ir tus emociones negativas.

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Enmanuel Da Silva

Enmanuel Da Silva

Estudiante de 3er año de Medicina. Escritor desde hace 2 años. Interesado en neuroanatomía, neurología, neuropsicología, psicología y psicología del aprendizaje.