Lóbulos cerebrales: qué son, funciones e importancia

Tabla de contenido

Nuestro cerebro es el órgano más noble y regula todas las funciones de nuestro cuerpo. Pero, ¿cómo lo logra?

Científicos han dividido al cerebro en áreas anatómicas, conocidas como lóbulos cerebrales.

Cada uno cumple un rol importante que, al tomarlas como un conjunto, nos facilitan cumplir esas tareas que lucen tan sencillas para nosotros.

A continuación, te detallaremos de manera resumida la función e importancia de cada uno de estos.

¿Qué son los lóbulos cerebrales?

La corteza cerebral es un complejo entramado de redes neuronales compuestas por diferentes clases de células, cada una capaz de ejecutar funciones específicas.

Estimular al cerebro, su inhibición y la transmisión de un impulso eléctrico de una región a otra y muchas otras funciones más.

En la superficie del cerebro, encontramos depresiones llamadas cisuras y surcos. La diferencia entre ambos es la profundidad de la depresión.

Las depresiones profundas dividen el cerebro en lóbulos. La cisura longitudinal interhemisférica es la cisura más profunda y divide al cerebro en dos hemisferios.

Las depresiones superficiales son llamadas surcos. Estas dividen a los lóbulos, a su vez, en giros. Un giro (o circunvolución) es un repliegue o elevación de la superficie cerebral.

Funciones generales de los lóbulos cerebrales

Cada lóbulo ejerce ciertos tipos de funciones. Estos actúan como la última estación donde terminan los estímulos nerviosos captados en las partes más distales de nuestro cuerpo.

Es importante aclarar que las funciones cerebrales no están restringidas a un lugar específico del cerebro.

Aunque en la práctica clínica se utiliza el término área para definir el sitio responsable de una función, no es el único capaz de ejecutarla. Simplemente es allí donde se acentúa más la capacidad de ejecutar una función.

A continuación, les proporcionaremos un rápido resumen de las vastas funciones que los lóbulos son capaces de cometer.

Controlan las funciones cognitivas

Se define a la cognición como la facultad mental de un individuo para procesar o adquirir nueva información a partir de los sentidos, la experiencia (que representa el conocimiento adquirido) y el pensamiento.

Pero, ¿cómo se logra? Aún se desconoce el cómo una serie de reacciones biológicas dan lugar a la conciencia que caracteriza al ser humano. No obstante, se sabe que los lóbulos ejercen una fuerte influencia en la cognición.

La memoria, el aprendizaje, la atención, el autocontrol, emociones, el cómo la consciencia procesa los estímulos del medio externo son ejemplos claros de funciones cognitivas.

Al recibir un estímulo, el cerebro debe procesarlo y generar una respuesta a ello. Puede ser motora o mental.

Controlan la actividad o el movimiento voluntario

Incluso el más infinitésimo movimiento voluntario de nuestro cuerpo es controlado por los lóbulos cerebrales. El movimiento es una respuesta a un deseo de cometer una acción – como levantarte, tomar un lápiz o escribir un mensaje.

Aunque el lóbulo frontal (como veremos más adelante) es en gran parte responsable de la acción motora, el movimiento voluntario actúa sinérgicamente con los estímulos recibidos en otras partes del cerebro.

Para cometer un movimiento, debe ocurrir una integración de los estímulos captados, que generan una respuesta apropiada a la situación.

Procesan información de los sentidos

Los cinco sentidos – la vista, oído, tacto, gusto, y olfato – son el resultado de una compleja cadena de eventos que culminan en el cerebro.

Cuando nuestros ojos captan un estímulo visual, envían la información mediante nervios al cerebro (específicamente al lóbulo occipital), donde el estímulo es interpretado y se responde apropiadamente a ello.

Lo mismo ocurre con el resto de los sentidos. El acto de voltear nuestra cabeza en dirección de un sonido alarmante ocurre porque el oído interno captó el sonido, lo convirtió en una descarga eléctrica y lo envió al cerebro.

Procesan e integran los recuerdos

El funcionamiento de la memoria es, naturalmente, excesivamente complejo. Un recuerdo es la recolección de experiencias pasadas – voces, sensaciones, rostros, y más.

Por ende, cuando se integra y recopila cada una de las sensaciones vividas en el momento se almacenan como memorias que pueden ser recordadas posteriormente.

Aún se desconoce, en gran medida, el mecanismo detrás de la formación de recuerdos, la memoria, su adquisición a corto y largo plazo.

Lóbulos cerebrales y sus funciones específicas

Cada lóbulo cumple con una serie de funciones cuya totalidad e integración de cada una forma lo que denominamos consciencia.

Como ya hemos mencionado, las fisuras dividen al cerebro en lóbulos. La cisura central, la cisura lateral, la cisura parietooccipital y la incisura preoccipital son puntos de referencia que permiten dividir al cerebro en grandes regiones.

A continuación, te mostraremos, de manera resumida, cada uno de los lóbulos y sus funciones características.

Lóbulo frontal

Es el lóbulo más grande, localizado en la parte delantera del cerebro. Las funciones inteligentes de alto orden y las funciones motoras del cuerpo son ejecutadas en esta área.

Existen dos regiones de suma importancia en este lóbulo: las áreas dorsolaterales e inferolaterales.

Las primeras son la corteza precentral, motora y premotora. Juntas, son las responsables de la ejecución de los movimientos voluntarios coordinados.

Las segundas (inferolaterales) corresponden al área de Broca, encargada del lenguaje expresivo. Usualmente, entre los dos hemisferios, el área dominante suele ser el izquierdo.

La corteza prefrontal está compuesta por regiones que se encargan de la inteligencia, su procesamiento, el control sobre las emociones, acciones e interacciones sociales.

Lóbulo parietal

Localizada detrás del lóbulo frontal, el lóbulo parietal contiene el área somatosensorial primaria y secundaria, encargadas de procesar los estímulos sensoriales.

Las sensaciones de calor, frío, vibraciones, la superficie, peso, textura y forma de un objeto son ejemplos de estímulos que culminan en este lóbulo para ser interpretados.

El lóbulo parietal también recibe estímulos visuales provenientes del lóbulo occipital. Ayuda a colocar en contexto de lo que observa con lo que se percibe.

Una vez recibidas, las sensaciones son interpretadas y enviadas al lóbulo frontal y al lóbulo temporal para elaborar una respuesta.

Las lesiones en este lóbulo causan dificultades a la hora del lenguaje escrito (agrafia) y dificultades para realizar cálculos matemáticos (acalculia).

Lóbulo temporal

Es el área más lateral del cerebro. Debido a sus relaciones con el área parietal y occipital, el lóbulo frontal extrae significado y contexto de los estímulos sensoriales.

Se encuentra involucrado en la retención de emociones, la memoria visual y la comprensión del lenguaje (área de Wernicke), es decir, darle un significado a lo que se escucha y lee.

Todos los estímulos auditivos son interpretados en este lóbulo. Se le proporciona significado y contexto a lo que se escucha.

Por ejemplo, el reconocimiento de una voz conocida, a pesar de no estar observando a la persona, se logra gracias al lóbulo temporal.

Las lesiones en este lóbulo causan dificultades a la hora de comprender lo que se escucha, así como también inhibición de ciertos comportamientos sociales.

En la profundidad de este lóbulo, se encuentran una serie de estructuras anatómicas que conforman el sistema límbico, estrechamente relacionado con la memoria y las emociones.

Lóbulo occipital

Localizado en la retaguardia del cerebro. El lóbulo occipital recibe estímulos visuales.

La corteza visual primaria y secundaria se encargan de contextualizar y entender lo que observamos, similar a como el lóbulo temporal proceso lo que escuchamos.

Nos permite también reconocer rostros, figuras y demás. Por ende, cualquier lesión en este lóbulo afecta la manera de cómo interpretamos lo que observamos e incluso, causar ceguera.

Lóbulo límbico

El lóbulo límbico posee una peculiaridad y es que este se extiende de adelante atrás a lo largo de toda la parte medial de nuestro cerebro.

Por ende, esta zona comparte áreas anatómicas junto al lóbulo frontal, parietal y temporal.

Está constituido por un gran número de estructuras (entre estas el giro parahipocampal, el hipocampo, el giro cingulado y mucho más) que forman parte del sistema límbico.

El sistema límbico es el encargado de la formación de recuerdos y el almacenamiento de la información a corto y largo plazo. Él integra y unifica todos los estímulos recibidos en cada uno de los lóbulos para formar memorias.

Por ende, es la razón por la cual, tras toparse con una serpiente, la persona experimenta temor e intenta alejarse lo más posible.

¿Por qué? Lo que observó (estímulo visual) despertó una memoria (por ejemplo, el haber leído que las serpientes son venenosas y pueden morder cuando se sienten acorraladas).

La memoria causó una sensación de miedo y pánico, a su vez activando una respuesta motora (la huida).

Ínsula

El lóbulo de la ínsula se localiza en la profundidad de la cisura lateral de Silvio, aquella que separa el lóbulo temporal y el frontal.

Se le atribuyen numerosas funciones: la integración audio-visual (asociar lo que vemos con lo que oímos), el gusto, la empatía, y otras funciones emocionales y cognitivas.

Por ejemplo, el lóbulo de la ínsula está relacionado con la interocepción. Es la capacidad del individuo de procesar y reconocer los estímulos originados dentro del cuerpo.

Por ejemplo, sentir la vejiga llena, el malestar estomacal, sentir tus latidos del corazón, contabilizar el número de respiraciones por minuto son algunos ejemplos.

Por último, distingue el grado de dolor experimentado durante un estímulo nocivo (por ejemplo, el pinchazo de una aguja), así como el calor y el frío no doloroso.

Importancia de los lóbulos cerebrales

Cada uno de los lóbulos cumple con funciones cognitivas específicas que convierte a los humanos en lo que somos.

Ninguna trabaja independiente del otro; dependen de cada uno. Sin el lóbulo temporal, los estímulos visuales que recibe el lóbulo occipital no tendrían significado para nosotros.

Sin el lóbulo frontal, no habría raciocinio, ni juicio y así sucesivamente. Sin embargo, sin sus conexiones con el lóbulo temporal, no habría la capacidad de articular una respuesta verbal frente a una situación.

La importancia de los lóbulos se demuestra cuando ocurre alguna lesión lo suficientemente grave y se observa pérdida de alguna función o de la capacidad de interpretar lo que nos rodea.

Como dijimos al principio del artículo, el cerebro es un complejo entramado de estructuras nerviosas trabajando a velocidades impresionantes.

¿Cómo cuidar la salud cerebral?

El envejecimiento es un proceso natural e imparable. La velocidad de respuesta, la lucidez, claridad mental, la atención y el aprendizaje; todas menguan con el paso de las décadas.

Esta declinación cognitiva es el reflejo del desgaste de las neuronas por su imparable actividad a cada momento, desde nuestro nacimiento hasta la muerte.

El cerebro es un tejido especializado, por ende, no puede reparar el daño que le ocurre, a diferencia del hígado. Por ende, cualquier estímulo que reciba es permanente.

Sin embargo, existen maneras de mitigar este paso del tiempo. Actividades modificables que podemos implementar desde hoy para mejorar nuestra salud cerebral, entre ellas se encuentran:

Descansar adecuadamente

Hay una razón por la cual se insiste una y otra vez que el sueño es importante para el cerebro.

No sabemos el porqué nuestro cerebro necesita largas horas de sueño o qué precisamente ocurre durante él. Sin embargo, el sueño posee efectos reparadores y su deficiencia ejerce efectos adversos.

El no dormir causa irritabilidad, confusión, lapsus de memoria, temblor, dolor de cabeza, dolores musculares y, en general, una disminución de nuestra capacidad cognitiva.

Un estudio que se desarrolló a lo largo de 13 años, publicado en el Sleep Research Society, demostró que existe una correlación inversa entre la ganancia de peso y las horas de sueño.

Es decir, a menor horas de sueño, existe un aumento del riesgo a desarrollar obesidad.

También se ha sugerido que la falta de sueño es un posible factor de riesgo para la diabetes tipo II y la hipertensión arterial.

Realizar actividad física

La actividad física y las funciones cognitivas son completamente inseparables. La literatura en el campo de la neurociencia continúa aumentando sobre los efectos positivos que la actividad física ejerce sobre el cerebro.

Primero, aumenta la vascularización y riego sanguíneo. Al movernos, nuestra frecuencia cardíaca aumenta. A su vez, aumenta la circulación sanguínea y el transporte de oxígeno y glucosa al cerebro.

Segundo, estimula la liberación de neurotransmisores y moléculas que señalan al cerebro dónde, cómo, y cuándo actuar con una eficacia aumentada.

Tercero, aumenta la plasticidad del cerebro. Es la capacidad de este de amoldarse y crecer en base a la información que captamos diariamente. Esto favorece el aprendizaje, memoria, atención y motivación.

Comer de manera saludable

Nuestra dieta es fundamental. Consumir excesivamente grasas saturadas y azúcares procesados impacta adversamente casi toda función en nuestro cuerpo.

Recomendamos consumir alimentos ricos en antioxidantes y antiinflamatorios. Un ejemplo claro son las frutas, vegetales, alimentos ricos en fibra y ácidos grasos poliinsaturados, como el omega-3 y 6.

Estos alimentos mitigan el efecto nocivo que la oxidación celular tiene sobre las neuronas.

Evitar el cigarrillo y sustancias tóxicas

El cigarrillo está hecho de más de 600 sustancias que, al ser encendidas e inhaladas, ingresan a nuestro cuerpo. La mayoría son tóxicas y precancerígenas.

Afectan la circulación, la función pulmonar y cardiaca, el metabolismo de nuestro cuerpo e incluso nuestra función cerebral.

La exposición a largo plazo del humo del cigarrillo impacta la cognición del cerebro e incrementa el riesgo de desarrollar cáncer, que a su vez ejerce un efecto indirecto sobre el estado mental.

Moderar el consumo de alcohol

El consumo moderado de alcohol no tiene efecto significativo sobre la función cerebral.

Sin embargo, el consumo excesivo a largo plazo deteriora la función cerebral al disminuir la atención, la capacidad de resolver problemas, el análisis, la capacidad de realizar múltiples tareas a la vez y la memoria.

Evitar el estrés

En cantidades moderadas, el estrés es beneficioso. Estimula nuestras funciones cognitivas bajo presión, aumentando nuestra capacidad analítica, raciocinio y la realización de tareas complejas.

Sin embargo, el estrés continuo es perjudicial para la salud mental. Se ha demostrado que los individuos que estuvieron bajo estrés continuo a lo largo de su vida desarrollaron una disfunción cognitiva mayor que aquellos que no.

El estrés psicológico crónico acelera el declive de la capacidad mental y el riesgo a desarrollar demencia en edades avanzadas.

Se hipotetiza que el causante puede ser el inflamatorio prolongado y la disfunción endocrina, ambos causados por el estrés.

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Enmanuel Da Silva

Enmanuel Da Silva

Estudiante de 3er año de Medicina. Escritor desde hace 2 años. Interesado en neuroanatomía, neurología, neuropsicología, psicología y psicología del aprendizaje.