Los individuos sin importar su raza, etnia, sexo, edad estamos constituidos por una personalidad que a través de la experiencia, el contacto interpersonal y la relación con el entorno que nos rodea, vamos moldeando, vamos haciendo de ella nuestra propia característica.
Para el psicoanálisis, esta personalidad está compuesta o integrada por tres elementos que no tienen estructura en el organismo, no ocupan espacio en la mente. Estos son, de acuerdo al psicoanálisis: el “ello”, el “superyó” y el “yo”, que forman parte de la segunda tópica de Freud del siglo XX.
Todos ellos tienen su particularidad pero funcionan en conjunto, nunca separadamente y cada uno tiene su función dentro de la psique.
Seguidamente, en este artículo te hablaremos específicamente sobre el “yo”.
¿Qué es el yo?
El “yo” es uno de los tres componentes de la personalidad de la teoría del psicoanálisis de Sigmund Freud. Es parte ejecutiva de la personalidad, la más consciente, que media entre las exigencias del ello, del superyó y de la realidad.
Este componente de la personalidad opera con fundamento sobre la realidad, complaciendo los deseos del ello con la finalidad de liberar la tensión acumulada en la mente. Es la parte de la personalidad que organiza en relación a su interrelación con el entorno.
Por su juicio para evaluar y comprender la realidad, el yo le permite al individuo superar los peligros externos e internos. Se norma por el principio de realidad y en él funcionan los procesos secundarios de la percepción y el pensamiento. Comprende la parte racional, realista
Características de El Yo
El “yo” es un componente de la personalidad que goza de privilegios, ya que tiene la peculiaridad de actuar independientemente, toma decisiones, defiende y se adapta.
Esto le confiere una serie de cualidades que la definen, de las cuales mencionaremos algunas:
Es una instancia psíquica intermedia
El “ello” exige satisfacción de sus punciones, de sus instintos, el “superyó” el cumplimiento de la moral estricta. Este es un choque de conflicto de intereses entre dos de los tres componentes de la personalidad.
El objeto del “yo” es servir como intermediario entre la demanda del “ello” y el “superyó”, con la finalidad de evitar un desequilibrio en la personalidad del individuo. Trata de satisfacer la demanda del primero pero con las restricciones del segundo.
Constituye la parte consciente de la mente
El “yo” es el componente racional de la personalidad y la racionalidad se encuentra en el proceso consciente del individuo, es decir, que el “yo” está compuesto por todo aquello que tienes o tenías presente en la mente, el ahora, todo aquello de lo que se está consciente.
Se rige por lo pragmático y la supervivencia
Al ser el componente racional de la personalidad, el “yo”, a través de un mecanismo de defensa denominado por la psicología como sublimación, le permite canalizar todas aquellas pulsiones (estímulos o impulsos) y orientarlas hacia conductas consideradas aceptables en nuestra sociedad.
El “yo” resuelve de forma pragmática las demandas del “ello” y el “superyó”, adaptándolas al entorno y de esta forma garantizar la supervivencia del individuo.
Se empieza a desarrollar desde la infancia
Desde el momento de la interacción entre el bebé y sus cuidadores, surge la consciencia de sí mismo. Esto debido al proceso de satisfacción e insatisfacción que genera su relación íntima y al mismo desarrollo del proceso cognitivo. Recordemos que el “yo” se encuentra en la parte consciente del individuo.
Se enfoca en exigencias externas
El “yo” toma conciencia de los estímulos, almacenando experiencia sobre ellos evitando los demasiados fuertes, haciendo frente a estímulos moderados y aprendiendo a modificar el exterior en su beneficio. Consiste en un proceso de adaptación.
Percibe y maneja informaciones
Cómo componente de la consciencia, el “yo” es capaz de percibir, procesar y analizar la información que recibe del mundo exterior, en la conveniencia de resolver los conflictos entre el “ello” y el “superyó”.
Analiza y controla mecanismos de defensa
El concepto de defensa alude a la acción para evitar un daño externo, sin embargo para el psicoanálisis la defensa es contra daños internos.
Por ejemplo, la sensación de malestar interior causada por la angustia, genera en el o una acción defensiva con el propósito de proteger la integridad interior del individuo contra el displacer.
Se construye a partir de la interacción personal
El “yo” se nutre de la relación con su entorno, configurando el grueso de su comportamiento a través de las relaciones con otros individuos, del análisis de situaciones y de la toma de decisiones.
Elementos que constituyen El Yo
Hay tres niveles que conforman el psiquismo: consciente, preconsciente e inconsciente. Estos dan cuenta de los procesos psíquicos y funcionan interrelacionados entre sí, no poseen una ubicación neurológica o un lugar en el organismo humano.
Elementos conscientes
Es el más accesible del aparato psíquico o psique humana, está formado por lo que se percibe. Es todo lo que se registra a través de los sentidos vista, olfato, gusto, motricidad, como también lo que pasa dentro del sujeto (recuerdos, deseos, sentimientos, emociones, entre otras).
Por medio de la consciencia es posible conocer las cosas en forma reflexiva. El sistema consciente se maneja con el principio de realidad, en el aquí y ahora, respeta la temporalidad, se rige por leyes lógicas y se adapta al contexto.
Elementos preconscientes
Es el nivel más cercano a la conciencia, están relacionados entre sí, ya que disponen de cierta movilidad, es decir, que los contenidos que se encuentran en este nivel, ingresan fácilmente al nivel consciente porque han sido olvidados transitoriamente.
Este nivel lo pueden constituir los sentimientos, pensamientos, fantasías y vivencias que no están presentes en la conciencia pero que pueden hacerse presentes en cualquier momento.
Los contenidos son guardados en este nivel, porque de algún modo no pueden entrar en la conciencia por falta de espacio.
Elementos inconscientes
En este nivel se encuentran todos las emociones, deseos, ideas, vivencias y conflictos reprimidos que no tienen lugar en la conciencia, debido a la intensidad que poseen.
Producen displacer (sufrimiento) a la persona cuando los recuerda, por ello los reprime y permanecen oculto en este nivel.
Teorías de El Yo según autores
A continuación se presentan algunas perspectivas del significado del “yo” de autores más representativo en el estudio de la psicología:
Carl Gustav Jung
Para la psicología analítica, el yo es el centro de la conciencia y surge desde las primeras fases del desarrollo a partir del modelo de sí mismo, siendo el verdadero centro de toda la personalidad.
El “ yo” no es de ninguna manera el ente rector de la psique, ya que ella se compone de otras instancias, sino que es apenas un complejo más, que tiene el único privilegio sobre los demás complejos de poseer el sentido de la identidad.
Para Jung, el “yo” está constituido por un doble componente, uno somático compuesto por todo aquello que percibe a través de los sentidos y al convertirse en una parte consciente del individuo pasa a ser un componente psíquico.
William James
Para William James, psicólogo americano del siglo XIX, seguidor de la corriente del pragmatismo, el “yo” no es el centro de la consciencia, es dinámico y personal, y se comporta de manera selectiva escogiendo del entorno aquello que le es útil para adaptarse a la realidad.
Explica el autor que el “yo” está dividido en tres partes: El ego empírico, el ego puro y las mutaciones del “yo”. La primera manifiesta la naturaleza polifacética e inclusiva del “yo”. La segunda se refiere a la identidad y a la unidad personal. La tercera parte hace referencia a los aspectos psicopatológicos y cambiantes del “yo”.
Erving Goffman
Erving Goffman en su teoría del sujeto, sostiene que para entender el comportamiento humano en las micro relaciones sociales, las personas deben asimilarse a actores y sus acciones son actuaciones.
Explica el sociólogo, que las personas usan distintas facetas de acuerdo a las características de las personas con quién nos interrelacionamos o a la situación que estemos enfrentando.
Es así pues como el sujeto crea su personalidad a partir de las interacciones. El “yo” busca adaptarse para beneficio propio.
Mark Snyder
El autocontrol es un concepto introducido durante la década de 1970 por Mark Snyder, que muestra cuánto las personas controlan sus propias representaciones, comportamiento expresivo y demostraciones afectivas no verbales .
Los seres humanos son diferentes en sus habilidades para controlar sus expresiones. El control expresivo, se define como un rasgo de personalidad que se refiere a la capacidad de regular el comportamiento para adaptarse a situaciones sociales.
De acuerdo a esta perspectiva, el “yo” busca adaptarse al entorno a través de la percepción del comportamiento de los individuos que lo rodean y de esta manera ser aceptado socialmente.
Jacques Lacan
Existen algunos estudios e investigaciones científicas, que concluyen que lo que nos facilita que nos relacionemos mejor con determinadas personas, es que aquellas poseen características similares a las nuestras. Nos atraen las personas que son como nosotros.
El psicoanalista Jacques Lacan creador de la denominada “Teoría del Espejo”, analizó la formación del “yo” durante la fase de desarrollo psicológico del niño entre los seis y dieciocho meses.
El resultado durante ese periodo, es que el niño es capaz de identificar su propia imagen en el espejo y al reconocerse siente un gran júbilo.
Es decir, le gusta la imagen que el espejo proyecta. Esta identificación del “yo” se puede extrapolar a las relaciones sociales que adquirimos a lo largo de nuestra vida. El efecto espejo aplicado a las relaciones sociales.
En esta perspectiva, el “yo” busca relacionarse con aquellos individuos cuyas características psicológicas son parecidas o iguales, en la búsqueda de aceptación, de saber cómo otros satisfacen las exigencias del “ello” y las del “súper yo”, para satisfacer las suyas propias.
Patricia Linville
Cuanto más diversas y nutridas son nuestras experiencias con individuos y con el entorno, mayor es el número de personajes que podemos y debemos desarrollar.
La psicóloga Patricia Linville, de la Universidad de Duke, sugiere que cuantos más “yoes” tenga una persona o, como ella dice, “personalidades tributarias”, mejores oportunidades se encuentra para enfrentarse a las situaciones difíciles que se le planteen.
En resumen, el “yo” comprende quizás la parte más importante de las personalidad del individuo, ya que configura el comportamiento desde que este empieza a interrelacionarse con las personas y con su medio ambiente, su entorno.
Es por ello, que es de decisiva importancia el proceso de aprendizaje desde la infancia, porque desde ese mismo momento se moldean los otros dos componentes de la personalidad como lo son el “ello” y el “superyó”, que en conjunto con el “yo” definen la conducta de ser humano el resto de su vida.
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