Artrosis: causas, síntomas y tratamiento

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Los dolores articulares, son una causa frecuente de dolor y pérdida de la calidad de vida, especialmente en adultos mayores. Sin embargo, no es una enfermedad exclusiva de la avanzada edad. Puede afectar a cualquiera.

El envejecimiento es un hecho innegable, pero sí podemos modificar nuestras vidas, para disminuir aquellos detalles y acciones que, lenta e insidiosamente, daña nuestras articulaciones.

¿Qué puedes hacer para evitarlo? Te invitamos a leer el siguiente artículo, donde proporcionaremos todo lo que necesitas saber sobre las artrosis, cómo evitarla y, en caso de padecer de esta, cómo paliar sus síntomas.

¿Qué es la artrosis?

La artrosis, es una condición degenerativa con elementos inflamatorios, causada por la degradación o pérdida del cartílago hialino, localizada en las articulaciones sinoviales. Pero, no sólo afecta al cartílago, sino a todos los componentes de la articulación.

La palabra artrosis es, en realidad, un sinónimo. Su otro nombre es osteoartritis, la enfermedad articular más frecuente a nivel mundial. La osteoartritis (o artrosis) es, a su vez, un tipo de artritis.

Por ende, es muy importante reconocer la diferencia entre estos términos. Toda osteoartritis es un tipo de artritis (condición inflamatoria de las articulaciones), pero no toda artritis es una osteoartritis.

Por ejemplo, la artritis reumatoide es un tipo de artritis, pero no es lo mismo que la artrosis. A su vez, la osteoartritis es un grupo heterogéneo de signos y síntomas, que dependen del tipo de articulación afectada y la causa subyacente. Su síntoma principal es el dolor de la articulación.

Causas de la artrosis

Como un buen número de enfermedades, la artrosis es multifactorial. Existen factores internos y externos que conducen a la enfermedad. A continuación, te mencionaremos algunos de los factores relacionados con el desarrollo de esta condición.

Envejecimiento

A lo largo de nuestras vidas, utilizamos nuestras articulaciones para virtualmente todo movimiento en nuestro cuerpo. Incluso la simple acción de escribir en el teclado requiere una sinergia de las articulaciones y músculos de la mano.

El estrés mecánico, es el principal factor que conduce a esta enfermedad a la articulación. Es decir, todo el peso y movimientos que realizamos, tienen un efecto directo sobre nuestras articulaciones.

En el interior de estas, el cartílago impide el contacto directo entre los huesos, evitando fricción o inflamación. Este cartílago es, entonces, quien recibe una buena porción del impacto de nuestros movimientos diarios.

Los condrocitos, las células encargadas de producir cartílago, se encargan de liberar sustancias (proteoglicanos) que mantengan al cartílago en buen estado. Pero, a medida que envejecemos, su capacidad metabólica se reduce.

Esta disminución de proteoglicanos, más factores externos (como veremos más adelante), son los principales factores que aceleran la pérdida de los condrocitos. Sin estos, el cartílago, con el tiempo, se erosiona.

Esto permite que los huesos de la articulación entren en contacto. Cuando lo hacen, se producen los síntomas comunes, que caracterizan a la artrosis (dolor, disminución de la movilidad de una articulación, rigidez, etcétera).

Obesidad

La relación entre el índice de masa corporal (IMC) y la artrosis han sido estudiadas a lo largo de los años. Un estudio en específico, evaluó la evolución del IMC de 594 mujeres, a lo largo de 15 años.

Lo que encontraron, fue que un IMC alto durante el primer año (y su elevación en los años posteriores), fueron factores predictivos en el desarrollo del dolor de la articulación de rodillas bilaterales.

¿La razón? Posiblemente el mayor grado de presión que sufren las articulaciones (especialmente las del miembro inferior) por el aumento de la masa corporal. Como otra posible razón, la obesidad es, de cierto modo, un estado inflamatorio.

¿Por qué? Los adipocitos (células de la grasa) de una persona obesa, son propensos a liberar adipocinas. Estas son sustancias proinflamatorias, que circulan en nuestra sangre, que generan una inflamación crónica e insidiosa en nuestras articulaciones.

Traumatismos

Los accidentes o cirugías, pueden generar problemas en las articulaciones y sus componentes (como la membrana sinovial, la cápsula articular, ligamentos, etcétera). El obvio estrés mecánico repentino puede comprometer su función.

En personas que han sufrido lesiones significativas en las articulaciones (por ejemplo, al caerse), presentan un mayor riesgo (20%-50%), que las personas sanas, de desarrollar artrosis postraumática.

Uso excesivo

No todo estrés debe ser abrupto. Las microlesiones, producidas por ocupaciones o estilos de vida que involucran frecuentemente flexionar las rodillas, son nocivas e insidiosas, especialmente a largo plazo (a corto plazo, los efectos no se aprecian).

Los atletas, debido al intenso entrenamiento a lo largo de los años, son proclives a sufrir de artrosis. Las articulaciones de las rodillas, son propensas a sufrir en aquellas personas que practican deportes de alto impacto, como los maratonistas o futbolistas.

Factores genéticos

Desde hace décadas atrás, los científicos han prestado una notable atención a la posible existencia de un componente genético, en la génesis de esta enfermedad, en los pacientes afectados.

Se han identificado múltiples genes, asociados directamente a la osteoartritis, pero no exclusivamente a esta. También se asocian a otras condiciones metabólicas, como la inflamación excesiva y la obesidad.

Coincidentemente, ambos se encuentran entre los principales factores para el desarrollo de la osteoartritis. Nuevamente, esto refuerza la idea que la artrosis es el resultado de múltiples fenómenos, que culminan en un mismo punto.

Entre estos genes, encontramos ADAM12, CLIP, COL11A2, IL10 y MMP3, encargados de procesar proteínas encargadas de diversos procesos biológicos.

Un ejemplo es el COL11A2, indispensable para la producción del colágeno que compone, junto a otros compuestos como el condroitín sulfato, a la matriz extracelular.

Enfermedades de las articulaciones

Cualquier afección o enfermedad que pueda involucrar a las articulaciones, indiferentemente de cuál sea, puede llevar, a largo plazo, a una degeneración de estas. Ya que aceleran el proceso de degradación natural del cartílago articular.

Entre estos, tenemos: desórdenes metabólicos genéticos o adquiridos (hemocromatosis, diabetes, la enfermedad de Wilson), otros tipos de artritis inflamatoria (como la reumatoidea o séptica) o alteraciones congénitas del desarrollo de los huesos o articulaciones.

En este sentido, personas que padezcan de alguna condición predisponente, deben cuidarse de infecciones. En la pandemia actual del COVID 19, las personas con artrosis pueden verse aún más afectadas.

¿Por qué? la elevación de sustancias inflamatorias en la sangre (como en las infecciones), podría exacerbar la degradación dentro de la cápsula articular, empeorando los síntomas (por ejemplo, el dolor o incapacidad).

Síntomas de la artrosis

Como habíamos mencionado, la sintomatología depende, en gran medida, del grado de degeneración, de la articulación afectada y el tiempo en el que la enfermedad se ha desarrollado.

A continuación, te mencionaremos algunos de los síntomas más comunes, para ayudarte a identificar esta enfermedad.

Dolor intenso en articulaciones

El dolor, es el principal síntoma de la enfermedad. La persona lo describe como un dolor profundo y constante, especialmente al utilizar susodicha articulación.

Se cree que el dolor se origina de diferentes mecanismos: activación de los receptores del dolor a nivel de la membrana sinovial, fatiga de los músculos que apoyan a la articulación, inflamación de la bolsa periarticular, factores psicológicos y muchos más.

Inflamación

La inflamación no es estrictamente un rasgo distintivo de la enfermedad. Existen elementos inflamatorios (como presencia de citocinas proinflamatorias, como el IL-17), pero la inflamación es un mecanismo más que empeora la enfermedad y sus síntomas, como el dolor.

Además de las citocinas, encontramos enzimas, como las metaloproteinasas. En un ambiente celular normal, las metaloproteinasas degradan las moléculas y estructuras celulares obsoletas, para ser reemplazadas con otras nuevas y funcionales. De esta manera, se mantiene un ambiente celular sano en el interior de la cápsula articular.

Entonces, una articulación depende del balance entre sustancias que crean y mantienen los componentes de la articulación en buen estado y de sustancias que se encargan de degradar los “desechos” metabólicos,

Cuando un extremo sobrepasa al otro (en este casos, las sustancias degradantes), se produce la erosión del cartílago sinovial por degradación de sus componentes, como el condroitín sulfato. Otras sustancias involucradas son la prostaglandina E2, IL‐1β y el ácido úrico.

Rigidez

Como el cartílago articular se erosiona con el tiempo, pierde su elasticidad y el rango de movimiento se ve disminuido. En otras palabras, una articulación de la rodilla erosionada, no puede flexionarse o extenderse completamente.

También, en las fases más graves, es frecuente encontrar un sonido “rasposo” o sensación crujiente al mover la articulación, conocido como crepitación.

La rigidez se acentúa en las mañanas, justo después de que la persona despierte. Las horas en el que la persona se encontraba dormido, sin utilizar la articulación, hace que cualquier movimiento sea tosco y doloroso.

Deformidades articulares

En situaciones normales, en articulaciones como las de la rodilla, hombro, codo o manos, los cartílagos impiden que los huesos que forman la articulación entre en contacto directo.

Por decirlo de un cierto modo, el cartílago permite que los “huesos” se deslicen, sin generar fricción o dolor. En la artrosis, este cartílago va siendo erosionado constantemente, exponiendo los huesos subyacentes.

El hueso, desnudo, entra en contacto con la superficie ósea opuesto. Esto genera fricción y estrés mecánico, lo que activa distintas vías celulares que aumentan la densidad y grosor del hueso (un proceso llamado eburnación), dando a pie el progreso de la enfermedad.

Este crecimiento excesivo puede generar colapso óseo, ya que el nuevo tejido es débil y deformado. Hay aparición de quistes subcondrales, producto de un proceso degenerativo.

El cuerpo, intentando reparar el daño, crea un nuevo tejido cartilaginoso y óseo que protruye en dirección al espacio entre ambos huesos. Este nuevo tejido se conoce como osteofitos (también llamado espolones óseos).

Contracturas musculares

Las articulaciones no sólo dependen del cartílago para mantenerse en su sitio, sino de ligamentos, tendones, meniscos y músculo. Cuando los principales “pilares” de la articulación claudican, los músculos deben compensar estas fallas estructurales.

No obstante, esta compensación no es permanente. Los músculos, como todos sabemos, se fatigan cuando son usados constantemente. Esto se produce por una acumulación del ácido láctico, por la contracción de las fibras musculares.

Pérdida de movilidad

El rango del movimiento es una consecuencia funcional, natural de muchas enfermedades de las articulaciones. Esto repercute, de manera directa, en la calidad de vida del paciente y su capacidad de efectuar tareas cotidianas.

A su vez, esto puede predisponer a otras condiciones, tales como la obesidad, depresión, ansiedad y otros trastornos, tanto mentales como físicos.

Tipos de artrosis

Las artrosis, afectan predominantemente a las articulaciones que deben cargar con mayor peso, como las de la rodilla, cadera, las regiones lumbosacras y cervicales de la columna vertebral y pies.

No significa que no pueden afectar articulaciones, como las de la mano (las articulaciones interfalángicas, proximales y distales, y las carpometacarpianas). A continuación, te explicaremos los distintos tipos de artrosis.

De cadera

También llamada coxartrosis. Inicialmente, los pacientes presentan una ligera fatiga a la hora de desplazarse, de un punto a otro, que progresa a una dificultad acentuada y dolorosa a la hora de moverse.

El dolor ocurre tras levantarse, cuando la persona se ha encontrado sentada durante un largo rato. Ocurren generalmente en personas que han realizado trabajos físicos y arduos durante largo tiempo, jugadores de fútbol, etcétera.

De rodilla

También llamada gonartrosis. La articulación de la rodilla, es una de las articulaciones de carga más perfectamente adaptadas a su función. Por otro lado, también es la más vulnerable a traumatismos accidentales o repetitivos (desgaste y uso).

El rango de movimiento de la articulación se ve reducido, también se pueden apreciar crujidos y ruidos que ocurren cuando el paciente utiliza la articulación.

En condiciones normales, el miembro inferior posee una posición normal en reposo, que le permite distribuir la carga equitativamente, sin aplicar demasiada presión en una zona u otra.

Esto es especialmente en una articulación que debe cargar con peso todo el tiempo, como la de la rodilla (por ende, no es ninguna sorpresa que ciertos atletas profesionales, desgasten el cartílago de la rodilla con mayor velocidad que otros).

En ciertos pacientes, existe una desviación de este eje o posicionamiento normal de los miembros inferiores, ya sea hacia dentro (genu valgum) o hacia afuera (genu varum). El grado de desviación es un factor tomado en cuenta a la hora de aplicar un tratamiento.

De mano

Las artrosis de la mano, no son tan frecuentes como las otras, ya que no son articulaciones de carga. Pese a esto, no quiere decir que no pueda ocurrir.

Generalmente, afectan a las articulaciones interfalángicas distales (la articulación de tu dedo cercana a la punta). Pero, también pueden verse afectadas las articulaciones del dedo pulgar o las interfalángicas proximales (las articulación “media” del dedo).

A diferencia del resto de las artrosis, la inflamación no se encuentra tan acentuada y, en algunos casos, incluso no se encuentra presente. Por otro lado, puede haber presencia de nódulos, palpables, duros y ocasionalmente dolorosos.

Estos son los nódulos de Heberden, que no son nada más que los espolones óseos a nivel de la articulación interfalángica distal . Si se encuentran en la articulación media del dedo (proximal), son llamados nódulos de Bouchard.

Cervical

Conocidas también como espondiloartrosis. Es imposible no recalcar la importancia de la columna vertebral, en casi cualquier movimiento que involucre nuestro torso. Pero, precisamente por ello, la columna es el asiento más común de las lesiones óseas.

Incluso levantar una caja pesada, empleando una maniobra o posición incorrecta, te encuentras lesionando, a largo plazo, tu columna. No es de sorprender que los trabajos que involucran cargar peso excesivo sean las causas más comunes de lesiones.

A nivel cervical, la vértebra C5 tiende a ser la más afectada. Se caracteriza por dolor localizado, rigidez y espasmos de los músculos paravertebrales. Debido a su cercanía con la médula, pueden comprimir o lesionar los nervios.

También, pueden verse comprometidas las arterias vertebrales. De ser así, el flujo sanguíneo al cerebro disminuye, por lo que los pacientes pueden experimentar mareo, vértigo y cefalea.

Lumbar

La artrosis lumbar, al igual que la artrosis cervical, puede ocurrir tras años de desgaste y uso repetitivo. Generalmente, afectan las vértebras L3 hasta L5. La degradación de la articulación, puede comprimir las raíces nerviosas que emergen de la columna.

En este sentido, hay dolor, rigidez, dolor radicular o ciática (un dolor que se extiende hasta la pierna, pantorrilla e incluso hasta el pie). También, puede haber somnolencia, hormigueo y debilidad de los músculos de la pierna y pantorrilla.

Tratamiento para la artrosis

El tratamiento para la artrosis depende, en buena medida, del grado de degeneración, sitio de la lesión (rodilla o cadera, por ejemplo) y la características del paciente (edad, sexo, antecedentes personales y/o familiares).

A continuación, te mostraremos algunos tratamientos usualmente utilizados para calmar los síntomas y reparar la causa de este trastorno tan debilitante.

Fármacos

Entre las recomendaciones para los tratamientos a usar , trazadas por el Colegio Americano de Reumatología, se encuentra el farmacológico, dirigido a aplacar los síntomas de dolor e inflamación.

Generalmente, se recomienda el uso de antiinflamatorios no esteroideos, ya sea en forma de tópicos u orales, inyecciones intraarticulares con corticosteroides (si es en la rodilla), acetaminofén, analgésicos (en forma de tópicos u opioides).

Muchos de estos medicamentos, pese a su eficacia, no pueden curar la causa de la artrosis, ni disminuyen permanentemente los síntomas. Su propósito es disminuir la morbilidad y evitar complicaciones (por ejemplo, los antidepresivos).

La administración de glucosaminas, como el condroitín sulfato, ha demostrado beneficios a corto plazo, pero ninguno a largo plazo que pueda mejorar el dolor o el funcionamiento de la articulación.

Cirugía

Las intervenciones quirúrgicas, son generalmente utilizadas en pacientes, cuyas patologías son rebeldes a tratamientos farmacológicos. Existen diversas opciones, cada una diseñada con una serie de situaciones en mente.

Primero, tenemos a la artroscopia. El cirujano realiza un pequeño corte, del tamaño de un ojal, e introduce un conducto delgado conectado a una cámara de video, que permite visualizar el interior de la cápsula articular, en alta definición.

Ahora, el cirujano puede observar bien el problema articular y lograr solventarlo, sin generar mucho daño a la articulación. Se utiliza para tratar cartílagos y ligamentos dañados o rotos, fragmentos de huesos rotos, colocación de implantes, etcétera.

No obstante, la cirugía no es mágica. Su efectividad depende, en gran parte, de la habilidad del cirujano. Se recomienda para tratar problemas específicos. Lesiones extensas, donde el estado de la enfermedad es grave, como una rodilla muy degenerada, se recomiendan otras alternativas.

Por otro lado, tenemos a la artroplastia. Es mucho más invasiva, consiste en la extirpación de la superficie articular dañada y colocando una prótesis metálica o plástica.

La artroplastia, se considera como última medida. Alivia el dolor e incluso ayuda a recuperar, parcialmente, la función articular. Si no existe alguna clase de complicación, una prótesis puede perdurar hasta incluso 10 a 15 años.

Por supuesto, como cada operación, existe el riesgo de infecciones y de coágulos sanguíneos. Por ende, se deben tomar las medidas necesarias (antibióticos preoperatorios, anticoagulantes, asistencia ambulatoria para el cuidado del paciente).

Fisioterapia

No todo tratamiento está destinado a darle medicamentos a pacientes u operarlos. Cambios en el estilo de vida también son importantes para aliviar los síntomas y evitar complicaciones.

La fisioterapia, permite a la persona recuperar, parcialmente, habilidades motoras, confianza en sí mismo y ayudar a la independización de la persona, especialmente en aquellas con problemas articulares de la rodilla o cadera.

Terapia ocupacional

La terapia ocupacional, junto a la fisioterapia, forman parte del equipo interdisciplinario, que debe velar por la salud de la persona.

Una de sus funciones primordiales es evaluar la capacidad de la persona para realizar actividades cotidianas, como el aseo e higiene personal, la movilidad funcional, alimentación, el vestirse y mucho más.

Allí es donde entran los terapeutas ocupacionales, quienes deben observar estas actividades, algún déficit funcional, proveer ayuda e intervención de ser necesario, especialmente si el paciente ha sido sometido a algún tratamiento (por ejemplo, cirugía).

Acupuntura

Distintas organizaciones internacionales, recomiendan la acupuntura como una opción válida para ciertos pacientes, pero no para otros.

Por ejemplo, el Colegio Americano de Reumatología recomienda la acupuntura para aliviar el dolor moderado a severos en pacientes candidatos a una artroplastia, pero no quieren ser sometidos a esta o poseen contraindicaciones.

Por otra parte, la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos, recomienda fuertemente no utilizar la acupuntura en pacientes con una artrosis sintomática de rodilla.

Hidroterapia

La hidroterapia, es otra alternativa que tal vez luzca interesante para ti o para cualquier familiar con problemas de artrosis. Consiste en un régimen de ejercicios de resistencia, pero donde toda la mitad inferior del cuerpo se encuentra sumergida en el agua.

La hidroterapia ofrece beneficios para la articulación, aumentando la resistencia y rango de movimientos de esta, permitiendo que la persona pueda desplazarse a mayores distancias.

No sólo ello, sino también ofrece beneficios cardiovasculares. En conjunto, disminuye el riesgo a desarrollar enfermedades derivadas de la pérdida de la calidad de vida, especialmente en artrosis muy debilitantes, como la de la rodilla o cadera.

Pérdida de peso

Si eres una persona con sobrepeso y presentas problemas de articulación, perder peso nunca es una mala idea. No obstante, alcanzar tu rango de peso ideal no es tan sencillo como luce.

Dejar de lado la comida hipercalórica y carente de nutrientes, no es la única solución para perder peso. Consiste en adquirir hábitos alimenticios y un estilo de vida saludable, sustentables a largo plazo, y que disminuya el riesgo a enfermedades.

Frutas, vegetales, legumbres, fibra y carbohidratos complejos, ácidos grasos esenciales, son algunos ejemplos de alimentos que debes incorporar a tu vida, de manera gradual y consistentemente.

Ejercicio físico

Es común que las personas con artrosis, particularmente de la rodilla o cadera, eviten el ejercicio físico, debido al dolor o limitación que presentan. Pero, la realidad es que el ejercicio es primordial para paliar los síntomas.

A largo plazo, los regímenes de entrenamiento de resistencia, individualizados para el paciente, y diferentes tipos de ejercicio, como las caminatas, han demostrado reducir los síntomas de la artrosis, especialmente en pacientes ancianos.

Otro estudio, demostró que, en pacientes con artrosis de rodilla, los ejercicios de estiramiento y que ejercitan el cuádriceps, evitan la atrofia por desuso. No se recomiendan los entrenamientos que involucran cargar con peso.

Compresas frías

Las terapias con calor o frío, parecen ser terapias efectivas, rápidas y baratas, para tratar los dolores de articulación. En el caso del frío, aplicar compresas frías en la articulación dolorosa durante veinte minutos, puede disminuir el frío.

El frío, disminuye la hinchazón (causada por la inflamación) y adormece el área, lo que disminuye, temporalmente, los síntomas del dolor.

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Enmanuel Da Silva

Enmanuel Da Silva

Estudiante de 3er año de Medicina. Escritor desde hace 2 años. Interesado en neuroanatomía, neurología, neuropsicología, psicología y psicología del aprendizaje.