Todos hemos experimentado el miedo o temor hacia algo o alguien en particular, la respuesta es involuntaria y, en muchas ocasiones, somos incapaces de controlar nuestro cuerpo.
Una pequeña estructura localizada en nuestro sistema nervioso es la responsable de ello, llamada amígdala. En los seres humanos está relacionada con el aprendizaje emocional y la conducta social.
También es la encargada de regularizar la respuesta ante la ansiedad, miedo o agresividad e incluso nuestro comportamiento social. Por lo tanto, en muchos sentidos, es el centro de las emociones.
Joseph E. Ledoux, famoso neurocientífico, expresó una vez: “De todas las estructuras subcorticales, la amígdala es la que se ha relacionado de un modo más consistente con la emoción, tanto en animales como en humanos”.
A continuación se describirán las funciones y detalles más relevantes de la amígdala cerebral.
¿Qué es la amígdala cerebral?
La amígdala cerebral es una estructura subcortical que forma parte del sistema límbico, también se conoce como complejo amigdalino o cuerpo amigdalino, y se descubrió en el siglo XIX por el fisiólogo alemán Karl Burdach.
La amígdala es una masa gris en forma de almendra, por lo que su nombre proviene del griego amýgdalo, que significa almendra. Es la encargada del procesamiento de las emociones.
Estructura de la amígdala cerebral
Anatómicamente hablando, la amígdala humana o human amygdala es una estructura compleja, integrada por numerosos núcleos, que a su vez poseen múltiples subdivisiones, de importancia funcional.
El estudio de la morfología amigdalina ha resultado en numerosos esquemas e interpretaciones sobre su organización anatómica.
Una de las divisiones más populares, introducida por el neuropatólogo Donald L. Price, divide a la amígdala en tres grandes grupos. A continuación, te explicamos de manera sucinta sobre ellos.
Núcleo del centro
El complejo nuclear centromedial se encuentra compuesto por los núcleos centrales y los mediales, además de la porción amigdalina de la estría terminal. Se subdivide en cuatro regiones: capsular, lateral, intermedia y medial.
Los núcleos centrales tienen conexiones amplias con estructuras relacionadas en el control autonómico de nuestro cuerpo, es decir, el sistema nervioso autónomo.
Algunos de estas se localizan en el tronco encefálico, que regula muchas de las funciones fisiológicas, tales como la respiración o el corazón.
Núcleo del medio
Junto al grupo nuclear anterior, forma parte del complejo centromedial. Se localiza en la superficie de la amígdala adyacente a la cintilla óptica en el cerebro. Se subdivide en regiones rostral, central, y caudal.
El complejo centromedial se encarga de enviar señales neuronales a otras regiones del cerebro, especialmente aquellas implicadas con la memoria declarativa.
Ejemplo de estas son la corteza perirrinal, entorrinal, parahipocámpica y el hipocampo. Las conexiones entre ambas regiones son recíprocas y fuertes.
Núcleo lateral
El complejo basolateral, o complejo profundo, se encuentra compuesto por tres grupos de núcleos. Los núcleos laterales, basales (también llamados basolaterales) y los núcleos accesorios (también llamados basomediales).
Los núcleos laterales pueden subdividirse en tres subgrupos o subnúcleos: dorsal, ventrolateral y medial.
La subdivisión dorsal puede dividirse, aún más, en dos grupos: la subdivisión dorsal superior y la inferior.
La superior se ve implicada en el aprendizaje del miedo y la porción inferior se ve implicada en el almacenamiento a largo plazo de la memoria implicada en el miedo.
Núcleo basal
El núcleo basal es otro componente de los núcleos basolateral, corresponden a la porción lateral de la amígdala.
Se encuentra compuesta por tres subdivisiones: magnocelular, caudal, y parvocelular. Forma parte de la porción lateral amigdalina.
Esta última región representa la estación de llegada de la mayoría de los estímulos sensoriales, ya sean visuales, auditivos, olfatorios e incluso relacionados al gusto. Los núcleos basales, en específico, se ven relacionados con la ansiedad.
Pacientes que sufren de ansiedad crónica demuestran una actividad eléctrica anormal de los núcleos basales amigdalinos.
Además, se ha demostrado experimentalmente que la inactivación de los núcleos basales favorece el comportamiento basal.
Células intercaladas
Este cúmulo celular está compuesto por neuronas localizadas alrededor del complejo basolateral, cuya función principal es la modulación de los demás complejos neuronales dentro de la amígdala.
Las células intercaladas reciben estímulos provenientes de los núcleos basales y laterales, así como también proyecta información a los susodichos y al complejo centromedial.
Se hipotetiza que las células intercaladas actúan como reguladores de la acción de otros núcleos, evitando la acción excesiva de estos.
También se ve involucrado en la acción de “paralizarse” al observar u oír un estímulo que induce el miedo.
Características de la amígdala cerebral
La amígdala es una estructura pequeña, sin embargo, sus rasgos anatómicos y fisiológicos, su función el miedo, el acondicionamiento del miedo y otras reacciones relacionadas con la memoria lo han convertido en un interesante objeto de estudio.
A continuación, te brindaremos los rasgos más resaltantes.
Se ubica en lo profundo del lóbulo temporal
La amígdala es una pequeña estructura localizada en la superficie medial del lóbulo temporal.
Los núcleos del cuerpo amigdaloide están situadas en el extremo anterior del asta temporal del ventrículo lateral y la superficie ventral del núcleo lenticular, parte de los núcleos basales.
Está conformada por diferentes núcleos
Al igual que muchas regiones en el sistema nervioso central, la amígdala no es una estructura, sino que es una aglomeración de distintos grupos nucleares, cuya biología molecular, histoquímica y fisiología se asemejan.
Originalmente, Burdach describió al complejo basolateral. Posteriormente, con el avance de la tecnología y una mayor curiosidad sobre esta región, se identificaron otros núcleos, tales como el complejo basomedial, los núcleos corticales y las células intercaladas.
Está conectada con el encéfalo
Papez propuso en 1937 la existencia de un circuito neuronal que involucra fibras provenientes de cada uno de los lóbulos cerebrales, que confluyen en una serie de estructuras relacionadas con el miedo, aprendizaje y las emocionales en general.
Esta serie de estructuras son llamadas sistema límbico, y la amígdala forma parte de él. La amígdala recibe información del tálamo, los lóbulos cerebrales, el hipocampo, la corteza entorrinal, e incluso el tronco encefálico.
A su vez, envía información a la corteza prefrontal, a los núcleos basales, hipotálamo, al tronco encefálico, el locus coeruleus, núcleos basales, la sustancia nigra y otras regiones más del encéfalo.
Tiene un papel importante en el procesamiento emocional
La amígdala se encuentra intrínsecamente relacionada en el procesamiento de las emociones, el miedo y la adquisición de este. El miedo no es precisamente innato, involucra componentes ambientales y biológicos.
La regulación del miedo, el comportamiento sexual y social, la satisfacción al adquirir una recompensa tras haber trabajado arduamente por ella son algunas de las funciones que la amígdala regula, de alguna manera u otra.
Se encuentra regulada por otros sistemas de control
El área prefrontal de nuestro cerebro se comporta como un regulador de las respuestas proporcionadas por la amígdala y otras regiones del sistema límbico, por lo tanto, permite la elaboración de respuestas más analíticas ante los estímulos.
Por ejemplo, la amígdala desarrolla una reacción emocional impulsiva, entonces el área prefrontal es la encargada de elaborar una respuesta más adecuada.
La conexión entre el área prefrontal y la amígdala se da entre las porciones del neocórtex localizadas en ambos.
Sus lesiones dan lugar a incapacidades de reacción emocional
Una lesión en la amígdala puede producir una alteración en el reconocimiento de las expresiones faciales emocionales, dando lugar a una incapacidad de reacción emocional normal.
Por lo tanto, las personas con estas lesiones pierden la capacidad para identificar emociones básicas del ser humano como el miedo, ira o asco. Demostrando que esta estructura es necesaria para la identificación de las distintas emociones.
Un ejemplo de ello es el síndrome de Klüver-Bucy, que se caracteriza por la docilidad, pérdida de la capacidad de aprender, y un comportamiento exploratorio excesivo, donde el paciente usa más la boca que las manos para la exploración de objetos.
Funciones de la amígdala cerebral
Para comprender los principios de neurociencia es fundamental comprender el funcionamiento de las emociones y cómo el sistema nervioso las procesa. A continuación, te proporcionaremos algunas de las funciones más relevantes.
Participa en la experimentación de emociones
La comprensión y estudio de las emociones es complejo por la naturaleza abstracta y nuestra dificultad, en muchas ocasiones, de expresar libremente cómo nos sentimos. No obstante, se conoce desde hace un siglo atrás sobre el papel que juega la amígdala.
Por ende, mucho de lo que conocemos se basa en la extrapolación y observación de estudios con animales. El sistema límbico se ve relacionado con el procesamiento de las emociones, pero la amígdala en particular regula la adquisición del miedo.
No sólo ello, también en el condicionamiento pavloviano del miedo, la aversión adquirida a sabores, olores o incluso a estímulos visuales. En resumen, muchas de las funciones de la amígdala vienen relacionadas con la memoria a corto y largo plazo.
Contribuye en la fijación de recuerdos, la memoria y el aprendizaje
El cerebro cuenta con dos sistemas registros en el que, el hipocampo registra el hecho y la amígdala es quien registra los recuerdos emocionales que desencadenan dichos hechos, actuando así en la fijación de los recuerdos, memoria y aprendizaje emocional.
Por ejemplo, el hipocampo es esencial en el reconocimiento de rostros, identificando a la persona, sin embargo es la amígdala quien determina después de diversas experiencias, la parte emocional siendo aprecio o desagrado hacia esa persona.
Procesa las emociones y respuestas ante el miedo
El miedo no sólo es un estado emocional, también puede manifestarse con síntomas físicos. Muchas de las respuestas corporales normalmente asociadas a los estados emocionales de terror o pavor son mediadas por las conexiones amigdalinas.
Cuando vemos, oímos o percibimos algo que incita el miedo, la amígdala es la responsable.
Estos estímulos llegan al complejo basolateral, envían la información a las neuronas intercaladas, que actúan como mediadores, y finalmente al complejo centromedial.
Estos últimos núcleos estimulan a la sustancia gris central, al núcleo paraventricular del hipotálamos y los núcleos hipotalámicos laterales.
Esto induce respuestas físicas, tales como sobresaltarse o detenerse abruptamente cuando experimentamos pánico.
Ocurren también respuestas por parte del sistema nervioso autónomo tales como la perspiración profusa, taquicardia y taquipnea, para citar algunos ejemplos. También induce la liberación de hormonas corticosteroides, relacionadas con el estrés.
Controla los estímulos sexuales
La amígdala también es relevante en la conducta sexual, esta contribuye en la motivación o excitación sexual en ambos sexos, controlando así los estímulos sexuales.
El olfato y la incitación sexual están en estrecha relación, ya que pueden impulsar o inhibir la excitación. Siendo la amígdala un centro de integración olfativa, es por lo tanto relevante en la expresión de la conducta sexual.
Personas con el síndrome Klüver-Bucy manifiestan una hipersexualidad, e incluso puede traer consigo, un interés sexual por objetos inanimados. La pérdida de la función de la amígdala está relacionada con este síndrome.
Regula las reacciones agresivas y violentas
La amígdala por sí sola no regula el comportamiento agresivo, sino que influye en los inhibidores corticales de la corteza prefrontal.
Un individuo es capaz de controlar el impulso de agresión si éste posee mayor actividad en la corteza prefrontal que en la amígdala.
Por el contrario, aquel individuo que no sea capaz de controlar sus impulsos agresivos tiene mayor actividad en su complejo amigdalino que en la corteza prefrontal. Ya que que la amígdala se encuentra vinculada con la agresividad.
En los casos donde existe un mal funcionamiento de esta amígdala cerebral disminuyen las reacciones agresivas.
En cambio, cuando existe una hiperestimulación amigdalina esto puede conllevar a reacciones muy agresivas y violentas.
Influye en el apetito
Cada experiencia, buena o mala, ejerce un efecto condicionante al quedar impreso en nuestras memorias.
Los gustos y el apetito no son la excepción. Cuando probamos un platillo por primera vez y nos desagrada por completo, queda grabado.
De tal manera, que la próxima vez que el susodicho platillo se encuentre frente a nosotros, nuestro apetito se verá suprimido.
La amígdala se encarga del procesamiento, adquisición y almacenamiento del recuerdo a largo plazo.
En el extremo opuesto, una comida que evoque emociones positivas también es producto del efecto regulador que la amígdala tiene sobre la adquisición y consolidación de recuerdos.
Participa en el control de la ingesta
Las lesiones aisladas de la amígdala son increíblemente infrecuentes. Cualquier enfermedad que afecte a la amígdala también lo hace a las regiones adyacentes, tales como el hipocampo o incluso al lóbulo temporal completo.
La lesión bilateral de ambos lóbulos puede generar apetito voraz. La regulación de la ingesta por la amígdala se hace mediante una serie de circuitos neuronales donde los núcleos mediales se ven relacionados.
Dentro de estos núcleos centrales, se localizan dos tipos de neuronas. Una de ellas se activa durante la ingesta y promueve la alimentación, mientras que las otras actúan como reguladores. Inhiben la acción de las primeras y disminuyen la ingesta.
Genera las reacciones de satisfacción
El sistema de recompensa es un circuito neural involucrado en las sensaciones de satisfacción que experimentamos al recibir una recompensa tras realizar una acción específica.
Este proceso se basa en el acondicionamiento. Al realizar algo y obtener una recompensa en base a ello, genera una actividad neuronal que queda grabada en el sistema límbico, específicamente los núcleos centrales de la amígdala.
Para citar un ejemplo, tenemos a los animales domesticados. Al completar una acción, como sentarse o “hacerse el muerto”, reciben una recompensa (comida, por ejemplo). Su sistema límbico entonces traza una relación emocional entre la acción cometida y la posibilidad de una recompensa.
Interpreta las emociones de otras personas
La amígdala es fundamental para la interpretación correcta de situaciones sociales, que influyen profundamente en nuestro comportamiento social. Nuestra capacidad de comprender e interpretar correctamente emociones es vital para la persona.
Estudios con resonancia magnética funcional han demostrado que la actividad neuronal de la amígdala aumenta cuando buscamos interpretar el lenguaje corporal de las personas, especialmente el rostro.
Las lesiones bilaterales de la amígdala puede distorsionar la capacidad de juicio social de la persona.
De hecho, un estudio publicado en la revista Nature demostró que las lesiones de la amígdala impactan negativamente la interpretación de las expresiones faciales.
Comunica a otras partes del cerebro
La amígdala proyecta eferencias a múltiples regiones del cerebro, tales como el hipotálamo, la corteza prefrontal, la corteza somatosensorial, los núcleos del rafe, la sustancia gris central, la sustancia negra y mucho más.
Mediante estas conexiones neuronales recíprocas y fuertes, la amígdala es capaz de procesar los sucesos emocionales, interpretarlos y almacenarlos en nuestra memoria a largo plazo.
En este sentido, un evento traumático con un arácnido durante la niñez puede acarrear reacciones de miedo en el individuo hacia éstas, incluso en la edad adulta.
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